Once dimensiones
Ya no podemos definirnos
políticamente en torno al eje vetusto de la izquierda y la derecha JAVIER
SAMPEDRO 1 SEP 2016
Los ejes ya no son norte-sur,
este-oeste. Se añaden continuamente nuevas dimensiones en la política actual.
Si hoy es jueves, David Trueba habrá
visto dos veces la última de Woody Allen, Mariano Rajoy habrá cosechado una
cucurbitácea y el mes de agosto se habrá acabado de una vez, todo lo cual me da
pie para exponer un asunto de gran profundidad que me gustaría, ocioso lector,
someter a tu escrutinio.
Yo era de izquierdas hasta que un
vicepresidente colombiano —en los días felices en que aún no lo habían nombrado—
me sacó de mi error. Me enseñó un test, que habría sacado de sabe Dios qué
sitio de Internet, que definía tus coordenadas políticas no ya en el eje
secular de izquierda a derecha, sino también en otro eje, seguramente
milenario, que va del autoritarismo al liberalismo. Desde entonces tengo que
definirme como un izquierdista liberal, o no sé si decir libertario, o
libertino, porque liberal es una noble palabra manchada por el abuso. En este
mapa bidimensional, izquierdista liberal no quiere decir centrista: tú puedes
ser tan de izquierdas como Trotski y tan liberal como Adam Smith, pues esos dos
ejes son independientes, como el eje Norte-Sur y el eje Este-Oeste, que es lo
que quiere decir que estén en dos dimensiones distintas.
Todos los analistas han reconocido
que la política actual ha añadido una nueva dimensión al eje vetusto de la
izquierda y la derecha, la dimensión de los nuevos y los viejos partidos, pero
ninguno ha percibido que esta no es la segunda dimensión de la política, porque
la segunda ya era la del vicepresidente colombiano: el eje de lo autoritario a
lo liberal. El eje que va de los viejos a los nuevos partidos supone, por
tanto, la tercera dimensión
de la política. Ya no estamos en un plano, sino en un espacio tridimensional
(imagínense un cubo o un tetraedro), justo como el espacio en el que vivimos,
que tiene tres dimensiones en el espacio: izquierda-derecha, delante-atrás y
abajo-arriba. Es lo que haces para dar tu dirección: dar calle, número y piso.
Tres ejes, tres dimensiones.
Y, pese a las esperanzas candorosas
de los políticos, la cosa no se va a acabar ahí. Tomen el nacionalismo, por
ejemplo. Hay nacionalistas de izquierdas y de derechas, autoritarios y
liberales, jóvenes y fósiles. Eso quiere decir que el del nacionalismo-internacionalismo
es un nuevo eje, una cuarta dimensión de la política que debería tener en
cuenta cualquier observador que pretenda entender algo. Añadamos los ejes
ateo-religioso, pragmático-soñador, ecologista-depredador y otra media docena
que se le ocurra al ocioso lector y alcanzaremos de dos patadas un espacio de
11 dimensiones, como el que propone la teoría de cuerdas de la Física teórica.
Estudiadlo.
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