divendres, 7 de desembre del 2012

SOLÓ D'ATENES EN UN ARTICLE D'IGNACIO SOTELO



Σόλων, (ca. 638 aC i 558 aC) legislador i poeta grec, en època de profunda stasis, deroga la norma que condemnava els impagaments dels deutors a l’esclavatge, i cerca un equilibri social i polític basat en la isonomia. Una reforma de la constitució que va trencar amb el monopoli hereditari del poder, classificant la elegibilitat dels càrrecs polítics i judicials en quatre classes en base a la riquesa. Va emprar els versos per expressar també la fonamentació i l’elogi de la Eunomia.

Ignacio Sotelo en aquest article remarca els guanys que aporta Soló per manifestar que els paral·lelismes amb la època actual, l’endeutament dels estats porten també a un nou esclavisme: Todos saben que Grecia –y probablemente no solo Grecia- nunca podrá pagar sus deudas, pero no se les librará de estar atados a la cadena de tener que pagarlas.

Imprescindible
Σόλων, (ca. 638 aC i 558 aC) legislador i poeta grec, Museu Nacional de Nàpols , Vikipèdia

Solón y la condonación de la deuda
Faltan políticos en las clases dominantes que reconozcan el derecho a disponer de una vivienda
IGNACIO SOTELO 3 DIC 2012

Cuando a los europeos todavía se les educaba en el conocimiento de nuestras raíces grecolatinas, a nadie hubiera extrañado que se hurgara en la Antigüedad para dar cuenta del presente. Hoy probablemente habrá que recomendar el libro de Carlos García Gual que ha dedicado a los siete sabios de Grecia [1] para una certera y breve información sobre el ateniense Solón (640-560), cuyas reformas abrieron el paso a la democracia ateniense.
Ocurrieron también en un momento de profunda crisis social y económica, debida al paso de una economía exclusivamente agraria a una en la que el comerciante, y en menor medida algunos artesanos, lograron acumular grandes riquezas, sirviendo de prestamistas a campesinos que para subsistir no les quedaba otro remedio que endeudarse.
Solón deroga la norma de que los que no pudieran pagar la deuda fueran vendidos como esclavos; tampoco permite que se les detenga en las fincas, pagando con su trabajo. Libera a las tierras de las hipotecas, por ser instrumento imprescindible de subsistencia, así como a los arrendatarios de la obligación de pagar cinco sextas partes de la cosecha, un precio altísimo que les obligaba a endeudarse. Con el mismo objetivo de achicar la distancia entre los más pobres y los más ricos reforma las leyes sobre la herencia y limita la cantidad de tierra que una persona puede poseer.
Restaurar la unidad del Estado supone someter a todos los ciudadanos a unas mismas leyes, (isonomía) sin privilegios para los ricos, pero sin ultrajarlos tampoco por serlo. Gobiernan siempre unos pocos —Solón se distancia, tanto de la democracia directa asamblearia, como del igualitarismo social— pero siempre que se reconozca que el triunfo de un partido no es el de la comunidad toda, ni el Estado se identifique con el partido ganador, ni el bien común con las ventajas de los que lo sostienen.
Solón se enfrentó a los demócratas radicales que pedían todo el poder para el pueblo y una distribución igualitaria de la tierra, pero no por ello estaba menos convencido de que, si sus reformas no se llevasen a cabo, sería inevitable la revuelta social (stasis), que engendra siempre la dictadura populista (tiranía). Solón insiste en que “como mejor sigue el pueblo a sus jefes es cuando no va, ni demasiado suelto, ni se siente forzado”.

Tan solo unos pocos deben y de hecho pueden gobernar, sin embargo a todos corresponde elegir a los gobernantes, y sobre todo pedirles cuenta cuando abandonen el cargo. Mientras que los delitos de sangre los juzgaba el Areópago, los demás delitos, incluida la acusación pública por el comportamiento que hubieran tenido en el ejercicio de un cargo, quedaban en manos de la Heliea, un tribunal que Solón instaura en el que todos, incluso los de extracción más baja, podían ser miembros.

Las reformas de Solón, además de erigir un equilibrio social y político que pretende realizar la equidad, suponen un cambio revolucionario en la valoración de la persona, que solo lo es plenamente si se le atribuye una base económica intocable. Tuvieron que pasar 26 siglos para que en Europa, al suprimir la prisión por deudas, se diera otro paso decisivo en la misma dirección.

En una situación de profunda crisis económica y social en la que el capitalismo productivo se transforma en uno financiero, que ha traído consigo la misma concentración de la riqueza que desemboca en una desigualdad ya abismal y en un endeudamiento masivo de una buena parte de la población, faltan en las clases dominantes políticos como Solón que reconozcan el derecho a disponer de una vivienda inembargable que ponga fin a los desahucios.

La solución no es tan fácil al estar las deudas concatenadas entre bancos establecidos en muy diferentes países, y no poder ninguno tomar la iniciativa, sin que reaccionen los otros perjudicados. La conmutación de las deudas choca con un muro infranqueable del sistema financiero que, justamente, es el dominante. Todos saben que Grecia –y probablemente no solo Grecia- nunca podrá pagar sus deudas, pero no se les librará de estar atados a la cadena de tener que pagarlas. A dónde iríamos a parar si los deudores salieran indemnes de los compromisos adquiridos y el dinero de todos, en vez de emplearse para rescatar a los bancos endeudados, se dedicara a salvar a los deudores más pobres. 


[1]
CARLOS GARCÍA GUAL: Los Siete Sabios (y tres más)
248 págs. Cod. 3468290 I.S.B.N.: 978-84-206-6179-7

Las figuras de los Siete Sabios de la Grecia arcaica –Tales, Solón, Bías, Quilón, Pítaco, Cleobulo y Periandro– desempeñaron un papel memorable durante la época de consolidación de las ciudades helénicas y de sus instituciones a comienzos del siglo VI a. C. Imbuidos de una proverbial sensatez y de una aguda inteligencia al servicio de la comunidad cívica, esos personajes históricos constituyen el paradigma de un saber que mereció el aplauso del oráculo délfico y que obtuvo una popularidad secular. LOS SIETE SABIOS (Y TRES MÁS) recoge las anécdotas y las sentencias que les fueron atribuidas, glosando sus máximas y rastreando el sentido de su actuación ejemplar en su contexto social. CARLOS GARCÍA GUAL reflexiona sobre el sentido histórico de su sabiduría y analiza las diferencias entre sus personalidades –anticipo de las de los filósofos– y los héroes y los santos de otros pueblos